El vampiro en los tratados de
Agustín Calmet

No obstante, aún los grandes
clásicos literarios que trataron el tema se inspiraron en fuentes precedentes, como los tratados del fraile benedictino del siglo XVIII Agustín Calmet, quien recopiló y analizó el folclor de Europa Oriental
(Polonia, Hungría, Moravia, Silesia, Grecia y Rusia) en torno a las creencias populares
sobre los vampiros, descritos también en su trabajo como revinientes,
brucólicos o úpiros.
Considerando la importancia que tuvo la obra
de Calmet en la construcción originaria de la figura del no muerto, el objetivo
del presente texto es definir cuáles son las características físicas y
conductuales de los vampiros dentro de su obra titulada Tratado sobre los vampiros, cuya versión original fue publicada en
1752 bajo el título: traté sur les
apparitions des espirits, et sur le vampires, ou les revenans de Hungrie, de
Moravie, &c.
Argumentando que los testimonios
acerca de los revinientes pertenecían generalmente a personas de baja
condición, de carácter incrédulo y supersticioso; Calmet pone en duda constantemente
la veracidad de las referencias recopiladas, pero, debido a la recurrencia y
amplitud de los casos, también otorga el beneficio de la duda a los relatos, e intentando
ser objetivo, justificó su obra de la siguiente manera:
[…] los que los
crean verdaderos me acusarán de temeridad y de presunción, por haberlos puesto
en duda, o incluso haber negado su existencia y su realidad; los otros me
echarán en cara haber empleado el tiempo en tratar esta materia, que pasa por
frívola e inútil en el espíritu de muchas gentes de buen sentido. De cualquier
manera que se piense, yo me sentiré satisfecho de haber profundizado una
cuestión que me ha parecido importante para la religión: pues si el retorno de
los vampiros es real, importa defenderlo y probarlo, y si es ilusorio, es por
tanto interés de la religión desengañar a los que creen verdaderos, y
destruir un error que puede tener muy
peligrosas consecuencias. (Calmet, 2009: 19,20)
Las
características que Calmet otorga a los vampiros son concretas y más que
enfocarse en los rasgos físicos, abunda en la descripción de sus actos. El no
muerto es presentado como una sanguijuela humana, que tras su muerte, sale
misteriosamente de su sepulcro y causa languidez en sus víctimas, humanas o
animales, las cuales sucumben desangradas en el lapso de unos días:
[…] se ve, dicen
a hombres muertos desde varios meses, que vuelven, hablan, marchan, infestan
los pueblos, maltratan a los hombres y los animales, chupan la sangre de sus
prójimos, los enferman, y en fin, les causan la muerte: de suerte que no se
pueden librar de sus peligrosas visitas y de sus infestaciones, más que
exhumándolos, empalándolos, cortándoles la cabeza, arrancándoles el corazón o
quemándolos. (Calmet, 2009: 17)
Como puede apreciarse en la cita anterior, las características físicas del vampiro son vagas; no obstante, dentro de los testimonios hechos con respecto a la manera en que son aniquilados estos seres demoniacos, suelen mencionarse los rasgos que presenta el reviniente antes de ser empalado, decapitado o incinerado por sus verdugos, quienes, en muchos casos, cuentan con el permiso de los administradores de justicia de la localidad, lo cual muestra la amplia difusión de tales supersticiones. En la siguiente referencia se puede apreciar un ejemplo del procedimiento utilizado para eliminar a un vampiro y las características que presenta éste al ser exhumado:
[…] se abre la
fosa, y allí encuentran un cadáver tan grueso y tan hermoso como si fuera un
hombre tan feliz y tranquilamente dormido; se le corta de un golpe de laya el
cuello al cadáver, del que sale en cantidad una sangre bermeja de las de mejor
aspecto. Se juraría que se ha degollado a un hombre enteramente sano y vivo.
Hecho esto, se vuelve a tapar la fosa, y se puede contar con el cese de la
enfermedad, y que todos los que estaban atacados de ella vayan recuperando sus
fuerzas poco a poco, como gentes que escapan de una larga enfermedad, que por
mucho tiempo los ha extenuado. (Calmet, 2009: 79)
En
cuanto las características físicas que se le confieren al vampiro en la cita
anterior, se puede observar que su aspecto es básicamente humano, pareciera que
continuase con vida ya que no presenta síntomas de putrefacción (sin embargo,
en algunos testimonios se sostiene que el cadáver desprende un olor pestilente),
su cuerpo rebosa en sangre fresca (producto de haber saciado su apetito tras
someter a una víctima humana), además, no presenta rasgos monstruosos o
deformidad alguna. En base a los rasgos señalados, Calmet indagó en una gran
cantidad de fuentes, tanto bíblicas como pertenecientes a la tradición judía y
a la antigüedad clásica sobre seres que pudiesen compararse con los revinientes
de las tradiciones de Europa Oriental, concluyendo que tales supersticiones son
relativamente nuevas y no tienen parangón con otras creencias acerca de
aparecidos, espíritus, espectros, brujos y otros seres demoniacos.

Referencias bibliográficas
Calmet,
A. (2009). Tratado sobre los vampiros.
trad. Lorenza Martín del Burgo. España: Reino de Cordelia.
Polidori,
J.W. (2010). El vampiro. Argentina:
Planeta.
Stoker,
B. (2002). Drácula. Trad. Manuel
Núñez Nava. México: CONACULTA.
interesante como surgen los mitos!!
ResponderEliminarGracias zay
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